El Parque Cultural de Valparaíso fue escenario de un controvertido acto en homenaje a Mauricio Hernández Norambuena, conocido como “Comandante Ramiro”, condenado en Chile por el asesinato del senador Jaime Guzmán en 1991 y el secuestro de Cristián Edwards.
El evento incluyó la presentación del libro Un paso al frente: Habla el comandante Ramiro del FPMR, y tuvo como principal orador a Claudio Molina, exintegrante de la dirección nacional del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). Durante su intervención, Molina pidió con fuerza la libertad de Hernández Norambuena y agradeció el espacio entregado en el recinto cultural.
Lo que más generó debate fue que Molina fue presentado públicamente como uno de los participantes en la internación de armas por Carrizal Bajo en 1986, una de las mayores operaciones armadas atribuidas al FPMR en plena dictadura.
Reacciones políticas y ciudadanas
El homenaje desató críticas de parlamentarios y figuras políticas, quienes cuestionaron que un espacio cultural financiado con fondos públicos sirviera para dar tribuna a un condenado por delitos de sangre y a un exfrentista vinculado a hechos armados.
En redes sociales, usuarios recordaron testimonios y declaraciones de dirigentes del Partido Comunista como Guillermo Teillier, quien en el pasado reconoció la operación de Carrizal Bajo. Otros reprocharon que, mientras el país enfrenta problemas sociales urgentes, se utilicen recursos estatales en actividades que, a su juicio, “reviven heridas de la violencia política”.
El trasfondo histórico
La internación de armas en Carrizal Bajo sigue siendo uno de los episodios más polémicos de los años ochenta, pues se trató del ingreso clandestino de casi 80 toneladas de armamento al norte del país con el fin de preparar acciones contra la dictadura de Augusto Pinochet. Parte de ese arsenal nunca fue encontrado, lo que alimenta hasta hoy teorías y debates sobre su destino.
El homenaje en Valparaíso, con un orador directamente vinculado a esa operación, reabrió la discusión sobre los límites de la memoria, la legitimidad del uso de espacios culturales para actos políticos y el debate pendiente sobre el pasado reciente de Chile.
